El don de la imaginación
Cada vez que vuelo, con frecuencia hago tres cosas. Primero, siempre rezo un rosario, ¡eso es un hecho! Luego, me pongo al día con algún trabajo o lectura necesaria. Finalmente, me relajo un poco y veo una película. Reconozco que soy muy consciente de que, al llevar mi collar romano, mucha gente en los asientos a mi alrededor toma nota de la película que he seleccionado. Lo último que quiero es que se vayan a casa y le cuenten a su familia y amigos que vieron a un obispo católico rezando un rosario y luego viendo una película súper violenta o indecorosa.
En mi vuelo más reciente, seleccioné la película familiar Harold and the Purple Crayon. Es una película conmovedora sobre el poder de la imaginación y la belleza de la creatividad. El héroe de la historia es Harold, un niño que está dotado de un crayón morado que le permite dar vida a sus dibujos. A medida que se embarca en una aventura, Harold aprende valiosas lecciones sobre el coraje, la resolución de problemas y la responsabilidad que conlleva dar forma al mundo que lo rodea.
Nota: hacia el final de la película, Harold encuentra una conmovedora carta del autor que lo creó. En élla, se lee:
"Querido Harold, un día querrás saber por qué te hice. Quería mostrarle a la gente que, con un poco de imaginación, puedes hacer de tu vida lo que quieras que sea". Esta película nos recuerda que, al igual que Harold, todos tenemos la capacidad de crear, soñar y marcar la diferencia en este mundo a través de nuestra imaginación. ¡Cuánta verdad!
Nuestra imaginación es verdaderamente un regalo de Dios, que nos permite ver más allá de lo que es y soñar con lo que podría ser. Estamos hechos a la imagen de Dios, y nuestra capacidad de imaginar y crear refleja Su naturaleza divina. Este don nos permite participar en la obra continua de belleza y bondad de nuestro Creador en el mundo.
Tal vez estés familiarizado con la Contemplación Ignaciana, también conocida como oración imaginativa. A través de este método, San Ignacio de Loyola nos enseña a orar usando nuestra imaginación. Esta práctica nos anima a situarnos dentro de una escena bíblica, utilizando todos nuestros sentidos para experimentar la historia como si realmente estuviéramos allí. Si nunca has utilizado esta forma de oración, te invito a que la pruebes siguiendo estos pasos básicos:
- Imagínese a usted mismo en una escena de las Escrituras, como estando presente en el nacimiento de Jesús, caminando con Él por el camino o presenciando Sus milagros.
- Involucre sus sentidos viendo el escenario, escuchando las voces, sintiendo las texturas, oliendo el entorno y experimentando las emociones.
- Interactúe con Jesús directamente escuchando Sus palabras, hablándole y experimentando Su amor.
Después de una imaginativa experiencia de oración, San Ignacio nos invita a reflexionar sobre lo que sentimos, aprendimos o escuchamos. En otras palabras, podemos preguntarnos: "¿Cómo me habló Dios a través de mi imaginación?"
La fe misma requiere el don de la imaginación. Nos da la capacidad de creer en lo que no podemos ver (Hebreos 11:1). La imaginación nos permite confiar en el plan de Dios, imaginar un futuro mejor y aferrarnos a la esperanza incluso en tiempos difíciles. También desarrolla nuestra capacidad de compasión y empatía al ayudarnos a ponernos en el lugar de los demás y comprender tanto sus alegrías como sus luchas. Esta capacidad de ver el mundo desde diferentes perspectivas fortalece nuestro llamado a amarnos los unos a los otros, tal como Cristo enseñó.
Por supuesto, como todos los regalos, podemos abusar de nuestra imaginación. Según John Lennon, podemos "imaginar que no hay cielo. Es fácil si lo intenta". ¿Por qué haríamos eso? A veces nuestro mundo o nuestras experiencias de vida nos llevan a imaginar cosas tristes, malvadas e inmorales. Sin embargo, Dios nos bendijo con nuestra imaginación para que podamos estar plenamente vivos y gozosos a través, con y en Él.
Por lo tanto, le invito a imaginar a la Santísima Trinidad, estando en la presencia de Dios Padre y sintiendo Su amor eterno, paz y misericordia; caminando y hablando con Jesús; y experimentando el Espíritu Santo descendiendo sobre usted, llenándose de sabiduría, fuerza y valor. Imagine que hay un hermoso cielo, lleno de santos, ángeles y sus seres queridos en la presencia eterna de Dios.
Últimamente, la imaginación es un don sagrado que nos permite crear, amar, esperar y acercarnos a Dios en todo lo que hacemos. Por favor, únase a mí para imaginar una Iglesia y un mundo donde cada corazón esté lleno del amor y la misericordia de Dios, abundante en bondad, respeto por la vida, justicia y paz para todas las personas, ¡ahora y siempre!